El reino de los cielos es como un comerciante en busca de perlas finas; al encontrar una perla de gran valor, fueron y vendieron todo lo que tenían y la compraron. – Mateo 13:45-46
St. Agustín, después de pasar muchos años infructuosos buscando la verdad fuera de sí mismo, hizo el descubrimiento que le cambió la vida de que lo que estaba buscando estaba dentro de sí mismo: allí en las profundidades de nuestro ser están la verdad, la bondad y el amor. En sus confesiones proclama: “Estabas allí ante mis ojos, pero yo había abandonado incluso a mí mismo y no había encontrado al Dios de mi propio corazón”.
La clave del descubrimiento de Agustín fue su comprensión de que el silencio nos revela a Dios como nada más puede. Si viajamos en quietud al centro de nuestro ser, nos dice, encontraremos a Dios “que está más cerca de nosotros que nosotros de nosotros mismos”.
Llegó a un punto para Agustín y, a nosotros como buscadores contemplativos, también, cuando no se pueden encontrar las palabras correctas, o cuando las oraciones conocidas, hermosas perlas en sí mismas, no tocan ningún acorde en nuestro corazón y no nos acercan a Dios. Es entonces cuando simplificamos nuestra oración y pasamos de muchas palabras a pocas palabras y de pocas palabras a una palabra y de una palabra al silencio. En la quietud y el silencio abandonamos todas las palabras y la reflexión y descansamos. Nos ponemos en las manos de Dios, esperamos y escuchamos escuchar el espíritu de Dios orar en nuestros corazones.
Método desarrollado específicamente como un diálogo entre el lenguaje clásico del camino espiritual cristiano y los modelos psicológicos contemporáneos.
En la década de los 60 Fr. Keating y los hermanos de la Abadía de St. Joseph en Massachussets, comenzaron a desarrollar una renovación de la oración contemplativa de manera de poder responder a la deserción masiva de católicos a caminos espirituales orientales. Se basó en el uso de un libro llamado “ La Nube del Desconocimento” de autor anónimo del siglo XIV.
La Oración Centrante, como se llamó el método, era un método devocional puro y simple. Una forma de profundizar e intensificar la relación con Dios. En ese momento no había ninguna base psicológica.
En el verano de 1983, Fr. Keating organizó el primer retiro Intensivo en La Fundación Lama en San Cristóbal, New Mexico, por un periodo de 2 semanas, en donde se pudiera tener una inmersión profunda.
Los efectos fueron impresionantes al ser expuestos a 5 horas diarias de meditación. Lágrimas, recuerdos reprimidos, intuiciones profundas, todo mezclado en la superficie, junto con una sensación de catarsis y vínculo entre los 12 participantes .
Fr. Keating hace referencia de haber visto a las personas pasando en 10 días lo que les hubiera costado 20 años en el monasterio. ¿Qué había sucedido? Fr. Keating se dió cuenta que el método de la Oración Centrante había producido estos efectos.
La Oración Centrante es un método de rendición, o, para describir este mismo movimiento desde un punto de vista psicológico más que un punto de vista teológico, un método receptivo. No implica una concentración sino una relajación de la atención para que ya no haya un foco unidireccional para la mente.
La Psicología Transpersonal estaba en ese momento todavía en su infancia, pero
desde entonces ha confirmado lo que Keating descubrió a través de observación: cuanto más receptivo es el método de meditación, mayor y más inmediata es la implicación del inconsciente.
Los métodos concéntrativos, que implican siempre un cierto grado de esfuerzo egoico, tienden a retardar la participación del inconsciente. Los métodos receptivos, por otro lado, lo fomentan, particularmente en una situación de grupo intensivo como el retiro pionero.
Pero el verdadero salto intuitivo de Keating fue reconocer la importancia de esta observación: esta “descarga del inconsciente”, como él la llamaría más tarde, no era un efecto secundario intrascendente, sino un proceso de purificación significativo en el trabajo. De hecho, este fue el vínculo de conexión que había estado buscando durante mucho tiempo, entre la purificación tal como se presenta tradicionalmente en la enseñanza cristiana (como una reprogramación de la motivación consciente, o la lucha contra el pecado), y la realización de la psicología contemporánea que tal reprogramación va sólo superficialmente y, de hecho, puede causar graves daños si se utiliza para la represión y la negación de los impulsos inconscientes. “La verdadera ascesis es la purificación de los motivos inconscientes”, había argumentado Keating durante mucho tiempo, pero ¿cómo llegar a ellos? Con la Oración Centrante como catalizador del inconsciente, encontró su herramienta y su paradigma.
Así, la Oración Centrante renació no sólo como un método devocional sino también psicológico. En la década que siguió a ese primer retiro de Lama, reconociendo la necesidad de proporcionar apoyo y un marco conceptual para las crecientes filas de practicantes de Oración Centrante, Keating produjo la primera cinta de 24 serie de videos, luego una serie de libros: Mente Abierta, Corazón Abierto (1986), El Misterio de Cristo (1987), Invitación al Amor (1992) e Intimidad con Dios (1994), en las que despliega una visión cada vez más cohesiva y sutil del “viaje espiritual” cristiano: el camino de la sanación interior y la transformación que comienza cuando uno adopta una práctica regular de la Oración Centrante.
Hoy día, es por esta enseñanza que es principalmente conocido y sobre la que descansa su enorme popularidad como maestro espiritual. En sus palabras, “El Método de la Oración Centrante se desarrolló específicamente como un diálogo entre los modelos psicológicos contemporáneos y el lenguaje clásico del camino espiritual cristiano”.
En una síntesis ambiciosa e innovadora, Keating entrelaza la sabiduría tradicional de Tomás de Aquino, Teresa de Ávila y Juan de la Cruz con las ideas contemporáneas de Ken Wilber, Michael Washburn, Jean Piaget e incluso el Método de los Doce Pasos de los Alcohólicos Anónimos. El resultado es un paradigma psico-espiritual integral que comienza en la herida y termina, si una persona está dispuesta a llevarlo tan lejos, en la unión transformadora. Él lo llama la Terapia Divina.
De manera de ayudar a entender en forma sencilla este método de meditación cristiana, he preparado un archivo de voz con el material.
El aprendizaje del método de la Oración Centrante lo realicé a través de la organización Contemplative Outreach Ltd., la cual fue fundada por el padre Thomas Keating en 1983 con el propósito de renovar la dimensión contemplativa del Evangelio, y de promover su diseminación en la vida diaria de los hombres. La misión de esta organización es compartir el método de la Oración Centrante y dar soporte al trasfondo conceptual. Comencé a involucrarme con la organización alrededor del 2006 como voluntaria en la zona del Noreste de Ohio y he podido liderizar diferentes grupos de oración, entrenarme en liderazgo de grupos y como presentadora del método de la Oración Centrante, organizar eventos y formar parte del liderazgo de la organización.
De manera de adentrarnos a esta presentación, la primera pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿Qué es orar? Podemos pensar que es la expresión de nuestros pensamientos y emociones tal como lo hacemos con las oraciones vocales, de reflexión, de respuestas o simplemente oraciones espontáneas. Sin embargo, cuando decimos ”vamos a orar”, lo que realmente estamos diciendo es “déjanos tener una relación con Dios” o mejor dicho “déjanos abrirnos a una relación más profunda con Dios”. En la tradición cristiana existe este tipo de oración que nos permite cultivar la relación con Dios a niveles más profundos, a niveles que podemos llamar de intimidad y es lo que es llamado oración Contemplativa. Es la apertura de nuestra mente, corazón y de todo nuestro ser a la Presencia Divina, más allá de los pensamientos, palabras y emociones. Abrimos nuestra conciencia a Dios que está dentro de nosotros, más cercano que nuestra respiración, nuestros pensamientos o nuestra conciencia misma. Es simplemente descansar en la Presencia de Dios.
Cómo todas la oraciones cristianas, la Oración Contemplativa está arraigada en la palabra de Dios en las escrituras y en la persona de Jesús. Su fuente es la morada Divina en nosotros (Padre, Hijo, y Espiritu Santo). El amor incondicional de Dios es el que toma la iniciativa en la relación con nosotros y al mismo tiempo nuestro deseo por Dios es también un regalo dado a nosotros. (1 Juan 4:19).
La Oración Centrante está diseñada para facilitar el desarrollo de la Oración Contemplativa. No sustituye los otros métodos de oración, tales como las oraciones vocales, oraciones de reflexión, u oraciones espontáneas y está basada en la enseñanza de Jesús en el Sermón de la montaña:
… “cuando vayas a orar, entra en tu cuarto/aposento interior y reza a tu Padre en secreto y tu Padre que vé todo te recompensará.” (Mt.6:6). Este cuarto interior siempre está accesible porque está dentro de nosotros.
La Oración Centrante también ha recibido inspiración de textos escritos por varios importantes contribuyentes de la Tradición Contemplativa Cristiana, tales como Juan Casiano, el autor anónimo de “La Nube del No Saber,” Francisco de Sales, Teresa de Avila, Juan de la Cruz, Teresita de Lisieux, y Thomas Merton.
El método de la Oración Centrante desarrolla nuestras facultades internas para prepararnos y así poder experimentar la Presencia de Dios en nosotros mismos. El método cultiva la profundidad de nuestra relación con Dios y si consentimos a ésto, se desarrolla el sentir de pertenecer a Dios. Esto lo experimentaremos cómo la presencia de Dios en forma continua, la experiencia de unidad con Dios, la experiencia de comunión con Dios.
Cosas que debemos saber de la Oración Centrante.
Cómo todos los métodos de meditación que conocemos en forma genérica, la Oración Centrante tiene la misma intención y es de parar el proceso constante de pensamientos en nuestras mentes o sea el tener pensamientos uno detrás de otro.
El funcionamiento de nuestra mente es el de tener un pensamiento tras de otro en forma continua y lo que se busca durante la meditación es hacer un espacio entre ellos. Cuando hacemos espacio entre los pensamientos entramos a tener una vacación con uno mismo. El padre Thomas Keating hablaba así cuando enseñaba el método de la Oración Centrante. Cuando comienza este proceso, comienza el período de conocimiento de uno mismo a niveles más profundos y nos llegamos a dar cuenta de nuestra raíz en Dios o de nuestro ser.
La mayoría de métodos de meditación consisten en enfocar la mente en algo, seguir la respiración o decir un mantra en forma constante. La Oración Centrante no trabaja así. Ella presupone que la mente va a estar con la presencia constante de pensamientos, uno tras del otro, porque esto es lo que hace la mente.
La Oración Centrante, a enseñará como soltar los pensamientos. Un pensamiento en la Oración Centrante, es cualquier cosa que te hace llevar tu atención a un punto focal. Por ejemplo una idea, una emoción que te produce un efecto fuerte, el recuerdo de una memoria, o también pudiera ser el sonido de una mosca, o una picazón en la nariz.
El gesto de soltar los pensamientos y dejar espacio entre ellos es el darle a Dios la oportunidad de actuar dentro de nosotros. Lo que estamos haciendo es consintiendo a la presencia y acción de Dios. Y en este momento queriéndolo o no estamos recibiendo ayuda, solidaridad y soporte de terrenos fuera de uno mismo. Esto es llamado recibir una gracia y asistencia especial.
La Oración Centrante no se hace con atención sino con intención. Esto es muy importante porque no llevamos nuestra atención a un punto focal. La intención es lo que sostiene la practica de la Oración Centrante porque nuestra atención no tiene punto focal.
¿Cúal es nuestra intención en la Oración Centrante? Estar totalmente disponible a la Presencia Divina, en el presente, a Dios. Cualquier lenguaje que quieran usar porque ustedes saben empíricamente que en nuestro corazón hay una dimensión más profunda de vida, el problema es que uno está constantemente pensando, reaccionando y respondiendo. Verdaderamente lo que queremos hacer es estar disponible. Necesitamos es poner toda nuestra intención de estar disponible a esta corriente de Presencia.
Cuando te sientas y empiezas tu período de meditación lo primero que uno hace es poner nuestra intención y estar disponible a la presencia de Dios.
Lo que nos puede pasar es que no hayan pasado 3 minutos y comencemos a pensar que se nos olvidó apagar el teléfono o que se nos quedaron las llaves del carro pegadas. En estas situaciones no hay que preocuparse. Uno se da cuenta del pensamiento y no se engancha, no continuamos con la conversación interna; simplemente dejamos ir el pensamiento. También puede ocurrir que comencemos a soñar despiertos. Va a llegar el momento que nos damos cuenta y al suceder esto uno suelta el pensamiento sin juzgar, sin excitación, sin recriminación a uno mismo. Lo que hacemos es dejar pasar el pensamiento y nada más. Este gesto simboliza que uno está consciente de la presencia de Dios en nosotros. Este es el mecanismo básico de la Oración Centrante.
De manera de recordar de nuestra intención, la gran mayoría de personas usan una palabra sagrada. Es una palabra de una o dos sílabas que uno escoge como símbolo para uno mismo para recordarse cuál es la intención durante la meditación. Puede ser Dios, Amor, Quietud …Uno no repite esta palabra en forma constante.
Uno usa esta palabra cómo una señal para uno mismo para recordarnos. Con el tiempo el uso de esta palabra formará parte de tu inconsciente. Desde allí esta palabra sale para ayudarlo a uno y recordamos que estamos pensando y que debemos soltar los pensamientos.
Se debe uno sentar en un cojín de meditación o en una silla con los pies tocando el suelo. Los ojos están típicamente cerrados. Ayuda mucho tomar un tiempo antes de la meditación para recogerse físicamente de manera de encontrarse relajado y luego poner en forma clara cuál es nuestra intención, que es estar en la presencia y acción de Dios. Por ejemplo, “Yo estoy aquí y me doy a tu brazos Señor”, y uno comienza la meditación por un mínimo de 20 minutos. Para controlar el tiempo puede usar algún reloj con alarma pero con sonido muy sutil. Después de pasar este momento, uno debe de permanecer en silencio unos minutos de manera de dar tiempo a volver a nuestra consciencia habitual.
Se recomienda la práctica de meditación 2 veces al día.
Guía o pautas de la Oración Centrante:
1. Escoger una palabra sagrada como símbolo de la intención de consentir a la presencia y la acción de Dios en tu interior.
2. Sentarse cómodamente y con los ojos cerrados, sosiéguese brevemente e introduce silenciosamente la palabra sagrada como símbolo de su consentimiento a la presencia y la acción de Dios en tu interior.
3. Cuando se de cuenta que estás reteniendo un pensamiento,* regresa muy suavemente a la palabra sagrada.
4. Al final del período de oración, permanecer en silencio, con los ojos cerrados, por un par de minutos.
*El término “pensamientos” incluye sensaciones corporales, sentimientos, imágenes y reflexiones.
Primer periodo de la Oración Centrante.
Pedimos a Dios que nos ilumine para escoger una palabra sagrada que usaremos durante la meditación. Esta palabra debe de ser de una o dos sílabas. Cuando digo sagrada no es que una palabra sea mas sagrada que otra. Este término se usa para describirla como un símbolo de nuestra intención. Palabras que podríamos usar por ejemplo: Padre, Madre, amor Paz, Silencio, …. Hay que recordar que esta palabra la tenemos que usar durante todo el período de tiempo y luego al practicar la meditación en forma diaria esta palabra formara parte de nosotros.
Leer las pautas
Guía o pautas de la Oración Centrante:
1. Escoje una palabra sagrada como símbolo de tu intención de consentir a la presencia y la acción de Dios en tu interior.
2. Sientate cómodamente y con los ojos cerrados, sosiéguate brevemente e introduce silenciosamente la palabra sagrada como símbolo de tu consentimiento a la presencia y la acción de Dios en tu interior.
3. Cuando se te des cuenta que estás reteniendo un pensamiento,* regresea muy suavemente a la palabra sagrada.
4. Al final del período de oración, permanece en silencio, con los ojos cerrados, por un par de minutos.
This week I have being presented with the concept of the apostle Paul as one of the most misunderstood teacher, and mystic. Having the sample of Paul, I encounter a direct message that talked to my heart at this moment in which I am interested in the process of how the non-dual mind mind is formed by prayer and embodiment practices. A beautiful summary has been presented during this week and I would like to have it near to remind me that all human being have access to the Divine Flow , that is always happening and everyone can plug in.
The Mind of Christ – Practice
We encourage you to create some space this week for intentional silence and stillness, using Father Richard’s description of contemplation and “the mind of Christ” as an entry into prayer:
In contemplative practice, we refuse to identify with any one side, while still maintaining our intelligence. We hold the creative tension of every seeming conflict and go beyond words to pure, open-ended experience, which has the potential to unify many seeming contradictions. We cannot know God the way we know anything else; we only know God subject to subject, by a process of mirroring. This is the “mind of Christ” (see 1 Corinthians 2:16). It really is a different way of knowing, and you can tell it by its gratuity, its open-endedness, its compassion, and by the way it is so creative and energizing in those who allow it.
Truly great thinkers and cultural creatives take for granted that they have access to a different and larger mind. They recognize that a Divine Flow is already happening and that everyone can plug into it. In all cases, it is a participative kind of knowing, a being known through and not an autonomous knowing. The most common and traditional word for this change of consciousness was historically “prayer,” but we trivialized that precious word by making it functional, transactional, and supposedly about problem solving. The only problem that prayer solves is us!
Having the responsibility to prepare material for the retreat that Nancy Moran and I lead on June 15 at Laurel Lakes, gave me the opportunity to be an online participant of the Universal Christ: Another Name for Every Thing conference, to read the book and listen the conferences several times.
The material from the conference touched me very deeply in my heart. Each presenter had special way to transmit crucial concepts and reading the book The Universal Christ by Fr. Richard Rohr gave a more solid experience. I do not have the right way to express my gratitude to Fr. Rohr for the gift he has provided me, helping to be more centered in my Christian roots.
Probably when you read the book, The Universal Christ, and /or watch the video presentations of the conference could signify for you new ideas, more theory and theology and you may consider them. This Christ Mystery needs to rewire you on the physical, neurological and the cellular level in order you experience reality in a new way. We need to experience our Christian faith at this new label of awareness. This is to start enjoining a Christ consciousness.
Telling people is always ineffective. Telling is not training. We need to offer actual training in how to practically rewire our responses. We need practices that teach how look out from ourselves, and to be aware.
Do we want to change? We need to find a prayer form, a practice that actually invades our unconscious. Contemplative Outreach is given us some tools to prepare our body for this new way of seeing. The practice of Centering Prayer is a prayer form that teach us to learn to sit in silence and observe how our mind works. The simple experience of being exposed to the constant thoughts during the prayer time and learn to let them go and the pure intention of being in the presence of God during the prayer give us the assurance that whatever is happening inside is handling by this Christ Mystery.
The Welcoming Prayer is other tool that is used to learn how our false self-works. By observing the external and internal body reactions of our human interactions through the five senses help us to know how really, we are. The Welcoming Prayer allows to add a pause in our reactions, so we may able to take a conscious response in our daily life.
Another practice that teach us to look from ourselves is the use of short phrases or sentences that you may repeat during the day. It is called the use of an active prayer sentence or phrase. Sometimes are called mantras, sayings or whatever you may call these short sentences.
Some samples are:
“I am nothing, I have nothing, I desire nothing except the love of Jesus”.
“ Everything is a grace. Everything. Everything. Everything.”
“Christ is in my though, Christ is in my lips, Christ is in my actions all day long”.
We need to embody these phrases, so we need to repeat them daily for certain period of time until you notice that the phrase comes very easily to your mind. You may notice that when you have a conflict on your mind, the introduction of this phrases calm you and give space to be present to the action of this Christ Mystery in your life.
Contemplative sitting alone or with others—silence and the breath–invite us to rest in that very reality, sinking deeply into it until we come out on the other side of it. “Where is that?” you might be asking. A state of mind and heart which, believe it or not, rests, or even glories, in the reality of being simply human, knowing that each of us and all of us–the Universe itself–are held in the benevolent embrace of Divine Love. This love, actually experienced in deep contemplative silence, releases in the unconscious what is held in bondage, little by little, making new freedom possible. We come to see what we thought was un-seeable. We welcome that which we never knew. It’s called transformation and it is the kiss of the Divine.
Nancy Sylvester, IHM Institute for Communal Contemplation and Dialogue. June 6, 2019
Program: Centering Prayer Vestibule Practice: Breath and Body Awareness Centering Prayer; Lectio Divina; Time to Share; Short reading for enrichment.
Lectio Divina material
The Way
All the ways of the Lord are loving… Psalm 25:10 NIV
This is my commandment: love one another, as I have loved you. John 15:12 NJB
41. Jesus did not teach a specific method of meditation or bodily discipline for quieting the imagination, memory, and emotions. We should choose a spiritual practice adapted to our particular temperament and natural disposition. We must also be willing to dispense with it when called by the Spirit to surrender to his direct guidance. The Spirit is above every method or practice. To follow his inspiration is the sure path to perfect freedom.
Open Mind Open Heart by Fr. Thomas Keating. Christian Life, Growth and Transformation, Chapter 13
READING: “The Present Moment and All That Is”Excerpted fromThat We May Be OneFr. Thomas Keating (Word of the Week
Our
relationship with God is not static. It’s dynamic, and the Spirit is suggesting
what to do in every present moment. So, that’s why we haven’t time to think of
the past or the future, unless God brings it to our attention, because
everything that we want is NOW. Our capacity is there. God is prepared to fill
it, and we just have to go through the experience of development on each level
of our humanity, culminating in living just to manifest God in whatever way
we’re supposed to.
The present
moment then, you might say, is the computer that God is always texting us. So,
if we think we’re alone, we’re mistaken. As long as you have your cell phone
on, you’re in touch with all the world—it’s a good symbol of relationship,
because in relating to God, you’re relate to everything that he made and
everything that he made is good. This is the kind of conviction or conceptual
background that we need to insist upon over and over again. It’s being in the
presence of God and being able to stay there and love being there, while
submitting to the difficulties and duties or what happens at the same time.
There is everything that’s happening at the present moment, and there is this Presence
that doesn’t change, that is always there, and which you contact in some degree
when contemplative prayer begins to be firmly established.
I think
those scientific gadgets are marvelous metaphors of how many ways God is
actually communicating to us at every moment. It’s not just a statue or a
picture we’re thinking of. It’s all of reality contained in its Creator here
and now in a single instant. You have to be open and adapting as whatever happens
as an embrace from God.
So,
there’s no need to think of self or the past or to worry about the future. It’s
now. Now, now, now, now, now! You’re
always in the presence of God and then you can see God in different things,
whatever the Spirit may suggest.
The disciples of John and of the Pharisees were accustomed to fast. People came to Jesus and objected, “Why do the disciples of John and the disciples of the Pharisees fast, but your disciples do not fast?” Jesus answered them, “Can the wedding guests fast while the bridegroom is with them? As long as they have the bridegroom with them they cannot fast. But the days will come when the bridegroom is taken away from them, and then they will fast on that day. No one sews a piece of unshrunken cloth on an old cloak. If he does, its fullness pulls away, the new from the old, and the tear gets worse. Likewise, no one pours new wine into old wineskins. Otherwise, the wine will burst the skins, and both the wine and the skins are ruined. Rather, new wine is poured into fresh wineskins.”
Meditation:
Everyone serves good wine first, and then, when people have drunk freely, an inferior one; but you have kept the good wine until now. – John 2:10
Brothers and sisters, there are different kinds of spiritual gifts but the same Spirit … one and the same Spirit … distributing them individually to each person. – I Corinthians 12:4, 11
Today’s readings echo the rejoicing of the third Sunday in Advent – with a slight difference. In Advent, we waited in “joy-filled hope.” Now, we rejoice in fulfillment. Exiles have returned to Jerusalem; water has turned into wine. What once appeared ordinary and mundane has been infused with effervescence and light. We, who lit candles in the darkness, have been transformed. Rejoicing in the awareness that God is with us, we turn to the Spirit within and discover gifts. Blessing upon blessing, these gifts not only bring us joy, they also benefit our brothers and sisters. Today’s readings celebrate our transformation, the gifts discovered in that process and our ability to use those gifts in the communities in which we find ourselves, as well as in communities beyond our usual comfort zone.
You are invited to view this video clip, about six minutes in length
A contemplative practice such as Centering Prayer seems naturally to call forth contemplative service. When we start this journey, we often do Centering Prayer to feel better; to be more centered, focused, and relaxed; to experience spiritual consolations; to deepen our relationship with God. As our practice matures, our motivation changes. It moves beyond our felt experiences to something deeper.
What are you really doing when you sit down in Centering Prayer and open yourself to God’s presence and action within? In Fruits and Gifts of the Spirit, Fr. Thomas writes, “You are opening to God’s presence and consenting to God’s activity. God’s activity is the work of the Holy Spirit in your particular embodiment in this world.”
Now there are varieties of gifts,
but the same Spirit;
and there are varieties of service,
but the same Lord;
and there are varieties of working,
but the same God who inspires them all in everyone.
To each is given the manifestation of the Spirit
for the common good.
— 1 Corinthians 12: 4-7
In Invitation to Love Fr. Thomas says, “The contemplative journey, of its very nature, calls us forth to act in a fully human way under the inspiration of the gifts of the Spirit. These gifts provide the divine energy of grace …” As we have learned in this course and through our practice of Centering Prayer, “We are rooted in God, and by accessing that divine energy we are united with God and able to do what Jesus did: be a manifestation of God’s tenderness and compassion among the people we serve and love” (Fruits and Gifts of the Spirit). Rooted in God, accessing divine energy, we are able to do as Jesus asks of us in Matthew 10: 8, Give as gift what you have received as gift.
What is contemplative service? It’s not just volunteering, and it’s more than helping. And it’s not about accomplishing something. When our service is motivated by the emotional programs of the energy centers and not from the true center of our oneness with the Indwelling Spirit and from a sense of oneness with all creation, we are likely to burn out. Contemplative service is a vocation, a divine call motivated and inspired by love. Service happens when what we do arises from our center, inspired and led by God. It’s a way of life, a way of being present to all that surrounds us. Inspired by this divine call, we engage in contemplative service with the intention of being transformed in and through the experience.
“It’s not how much we give but how much love we put into giving.”
— Mother Teresa
As you consent to the work of the Holy Spirit in your particular embodiment, the fruits of the Spirit manifest and are experienced by those in relationship with you.
…The fruit of the Spirit is love,
joy, peace, patience, kindness, generosity,
faithfulness, gentleness, self-control.
— Galatians 5: 22-23
By their fruits you will know them.
— Matthew 7: 16
From: The Spiritual Journey. Formation of the Spiritual Life with Contemplative Outreach. Session 99. Spirituality and Practice December 17, 2018
The following audio teaching was recorded at an event presented by the Cathedral of St. Philip and Contemplative Outreach Atlanta, on March 17, 2018
Cynthia presented on her book The Heart of Centering Prayer. This day-long conference included lectures, discussion and question & answer, and time for centering prayer itself.