Muchos de nuestros problemas pueden resolverse si entendemos que las personas se encuentran en diferentes niveles y etapas de crecimiento espiritual. La importancia de los niveles de desarrollo ha llegado a ser reconocida por profesores tan diversos como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Jean Piaget, Lawrence Kohlberg, Abraham Maslow, James Fowler, Clare Graves, Ken Wilber y Bil Plotkin. Algunos hablan de seis niveles, otros de ocho y otros de diez, pero en general se mueven en un sentido muy similar y comparten muchos puntos en común sobre lo que entendemos por maduración y crecimiento humanos.
Tomás de Aquino (I225-1274) dijo: “Todo lo que recibimos lo recibimos según la manera del receptor.” Muchas veces cualquier cosa que se enseñe será escuchada en muchos niveles diferentes, de acuerdo con la madurez psicológica y espiritual interna del oyente. Por ejemplo, Jesús estaba enseñando lo mismo en su parábola de los cuatro diferentes tipos de tierra que recibieron la semilla (ver Mateo 13:4-9).
“El sembrador sale a sembrar; unos granos caen cerca del camino; vienen las aves y se los comen. Otros granos caen entre piedras y, como hay poca tierra, brotan pronto. Pero el sol los quema y por falta de raíces se secan. Otros granos caen entre espinas, crecen las espinas y los ahogan. Otros, finalmente, caen en buena tierra y producen unos el ciento, otro el sesenta, y otro el treinta por uno. El que tenga oídos, que entienda”…
La notable superposición y acuerdo entre los diversos esquemas de desarrollo, psicología y espiritualidad se combinan maravillosamente para mostrarnos que el crecimiento va hacia alguna parte. La trayectoria es hacia la unión: unión con Dios/Realidad, con uno mismo –la mente, el corazón y el cuerpo, con los demás y con el cosmos. Todos parecen estar de acuerdo en que los niveles inferiores o iniciales son dualistas, mientras que los niveles superiores o “más profundos” son no duales y unitivos. Las primeras etapas son egocéntricas, las etapas intermedias son socio céntricos, y los últimos son cosmo-céntricos.
En un buen día, no importa tu etapa de desarrollo, lo máximo que puedes esforzarte para comprender es a las personas que están a un paso más allá de ti. Las personas en niveles más maduros pueden parecer ridículas, equivocadas, heréticas o incluso peligrosas para las personas en niveles anteriores. Ahora puedes ver por qué fueron asesinados los profetas judíos, Jesús, Gandhi y Martin Luther King, Jr. Por otro lado, la gente de los niveles superiores, no duales, tienen la amplitud y la profundidad para comprender, aceptar y perdonar a las personas de los niveles anteriores o “inferiores”. Su honestidad les permite ver que alguna vez estuvieron allí ellos mismos y reconocer cuánto tiempo les lleva y cuán difícil es crecer.
La forma en que pasas de una etapa a otra es básicamente por alguna forma de herida, fracaso u oscuridad. San Juan de la Cruz (1542-1591) llamó a estas experiencias “noches oscuras del alma”. El viejo sistema que funcionó durante un tiempo tiene que parar de funcionar , y lo hará, y por esta razón sufriremos. Parece que todos estamos de acuerdo en que es necesario pasar por un período de desconocimiento para conocer un nivel más elevado y maduro. Tienes que pasar por un período de confusión y duda, luchando con tu sombra, lidiando con tus propios conflictos y contradicciones.
Desafortunadamente, las religiones occidentales han dado a su gente poca enseñanza divina sobre cómo caminar en la oscuridad, que es la esencia misma de la fe bíblica. Sólo los místicos y los verdaderos profetas son honestos acerca de lo que implica.
Si no tienes a alguien que te guíe, que te enseñe, que te sostenga durante los momentos en que no sabes, no sientes, no comprendes, normalmente permanecerás en tu nivel actual de crecimiento. Guiar y sostener son labor de un buen director espiritual o maestro, o incluso de una homilía eficaz. Ahora quizás entiendas por qué Jesús elogió la fe incluso más que el amor. El amor es la meta, pero la fe es el camino laborioso hacia ella. Las personas pueden avanzar y avanzarán si tienen una combinación juiciosa de ambas seguridad y conflicto necesario. El tradicionalismo, en muchos sentidos, suele proporcionar seguridad; el pensamiento progresista permite y fomenta los conflictos necesarios. La mayoría de nosotros nos colocamos de un lado o del otro y por eso no crecemos mucho.
Richard Rhor. A Spring Withing You. A Book of Daily Meditations. (2016) pp.45-47