Los primeros días de esta semana han sido especial para mi al poder celebrar con diferentes grupos la importancia de la relación maestro-discípulo.
En nuestra tradición cristiana tenemos el ejemplo más excepcional al celebrar el día 22 el día de María Magdalena. El papa Francisco elevó su memoria a nivel litúrgico al referirla a ella como el apóstol de los apósteles en el 2016 y celebrar su día en esta fecha.*
En las últimas décadas se han escrito muchos libros y se han ofrecido cursos sobre ella de manera de re-introducirla como una persona excepcional en el centro de la historia del evangelio.
Hay un aspecto importante de ella que me gustaría destacar en este momento y es su forma como se conectó a Jesús de corazón a corazón. Por lo tanto, ella es la que nos puede enseñar esta conexión.
Los movimientos y frecuencias del corazón de María Magdalena se pueden sentir y experimentar en y como las reverberaciones en nuestros corazones más profundos.
Puedes sentir esto cuando miras total y profundamente a los ojos de otra persona y sientes una conmoción en tu propio corazón al reconocer la naturaleza divina de esta persona manifestándose a través de su humanidad. Este movimiento en tu corazón es amor, sin duda, pero más que amor romántico, es amor divino, amor incondicional…
Puedes relacionarte con María Magdalena cuando te entregas a la Tierra y al “Ánima Mundi” y experimentas como tú eres una parte integral del todo de la naturaleza. En lugar de sobresalir, puedes encontrar tu lugar incrustado dentro de la naturaleza y te encuentras vibrando con la frecuencia del corazón de María Magdalena…
Santa María Magdalena,
El amado compañero de nuestro Señor y Maestro, apóstol de todos los apóstoles.
Que tu nombre limpio sea celebrado.
Como fue tu corazón el que siguió a nuestro Señor,
Fue tu corazón el que permaneció en pie al pie de la cruz,
Y fue a tu corazón al que el Señor se apresuró después de la resurrección.
El amor recorría el camino en la tierra,
El amor estaba bajo la cruz,
El amor acogió la resurrección.
Que el mismo amor transforme nuestros corazones en el “Reino de los Cielos”.
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La Bendición de la Magdalena
Difícilmente te imaginas
todo lo que alguna vez amaste
de repente regrese a ti,
mirándote a los ojos
y llamándote con tu nombre.
Y ahora no sabes
cómo soportar este dolor
en el centro de tu pecho,
donde una puerta se abre
y se cierra de golpe al mismo tiempo,
girando la bisagra de tu dolor,
de tu corazón esperanzado.
Te digo,
esto no es un destierro del jardín.
Esta es una invitación,
una elección,
un umbral,
una puerta.
Esta es tu vida llamándote
desde un lugar
que nunca podrías haber soñado,
pero ahora que tu
has vislumbrado su filo,
no te puedes imaginar
eligiendo cualquier otro camino.
Así que deja que las lágrimas
vengan como unción,
como consagración,
y luego déjalas ir.
Deja que esta bendición
envuelva tu alrededor.
Deja que te dé
lo que necesitarás
para este viaje.
No recordaras las palabras
-no importan.
Todo lo que necesitas recordar
es como sonó
cuando te paraste
en el lugar de la muerte
y escuchaste la viva
llamada de tu nombre.
*“Holy See Bulletin 10/06/2016”.
Inspirada con el material presentado por William Redfield durante la liturgia de la fiesta de María Magdalena, lunes, 22 de julio de 2024